sábado, 29 de marzo de 2008

¿A quién pertenece el texto?

Tiburcio Samsa nos envía esta reflexión sobre la hermeútica del texto:

Los autores tienen con sus textos una relación semejante a la que tienen los padres con sus hijos. El padre cree que podrá dirigir la vida de su hijo hasta que un buen día su hijo se emancipa y se marcha de casa y comienza a vivir su vida tal y como él la entiende. No obstante, la influencia del padre siempre se dejará notar pero de una manera más sutil que lo que el padre habría querido y que lo que el hijo desearía. El autor escribe su texto y cree que le ha dotado de una serie de significados. Pero en el momento en el que ese texto cae en manos de un lector, adquiere vida propia. El lector no tiene por qué leer en ese texto los significados que le quiso dar el autor.

Pongamos el "Poema babilónico de la creación- Enuma elish". Es un poema de hace más de tres mil años que relata un mito mesopotámico sobre la creación del universo. Probablemente su autor lo escribió pensando en su uso en los ceremoniales religiosos. No podía prever que 3.000 años después, el público de su poema serían arqueólogos e historiadores interesados en investigar la religión mesopotámica, que ya nadie leería ese poema con fervor religioso.

¿Es válida una lectura de un texto que se aparta hasta ese punto de la intención original del autor del texto? ¿Sería válido, por ejemplo, leer el "Ulises" de Joyce como una especie de "Guía del Trotamundos" dedicada a la ciudad de Dublín? La pregunta está equivocada. Nunca nos es posible leer el texto con los ojos de quien lo escribió. Siempre lo leeremos con nuestros propios ojos y la lectura que hagamos será válida para nosotros, aunque al autor le lleven mil diablos.

Al final el texto es como el universo. El universo está ahí fuera, pero siempre lo veremos filtrado por nuestros sentidos imperfectos y nuestros prejuicios. Nunca veremos el universo tal cual es, sino tal y como creemos que es. De la misma manera, nunca seremos capaces de leer el texto tal cual lo escribió el autor. Toda lectura es una apropiación del texto y una desvirtuación del mismo. Pero, es NUESTRA desvirtuación. Y eso es lo que cuenta.

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