En estos tiempos de campaña electoral, una conocida lista de correo especializada en documentación, ha difundido una serie de mensajes, sobre la escasa mención a las bibliotecas que los partidos políticos hacen en sus programas.
A estos mensajes, uno de los colisteros responde con tino, que los programas electorales no hacen más que reflejar las inquietudes de la sociedad, o de forma más pedestre, los intereses de las personas involucradas en la confección del programa. Si no hay bibliotecarios entre los asesores de los políticos, difícilmente se hablará de bibliotecas.
Lo que parece claro es que ni médicos ni maestros se cuestionan la utilidad de su profesión para la sociedad.
Nosotros formamos parte de la universidad, donde según la literatura profesional, la biblioteca debería ser una pieza clave, el lugar donde se atesora la memoria científica, la madre nutricia a la que deben acudir los investigadores. Pero lo cierto es que hay estudiantes que pueden terminar la carrera sin haberla pisado, y lo que es más grave, profesores a los que rara vez se les ve por aquí.
Ahora tenemos revistas electrónicas, y una importante cantidad de información está disponible en internet al alcance de cualquiera. Además, con la enseñanza a distancia, todo está pensado para que el estudiante disponga del material de estudio necesario sin necesidad de desplazarse. Se escanean las lecturas, todo está en el ordenador. Muchas bibliotecas, incluída la nuestra, escanean sus fondos.
Un informe publicado por la Association of College and Research Libraries, lleva el expresivo título: ¿Necesitamos bibliotecas universitarias?. La universidad podría, de aquí a unos años, externalizar el servicio de biblioteca, igual que lo está la cafetería. Los bibliotecarios dejaríamos de ser funcionarios, y nuestro trabajo lo harían empresas ajenas a la instución.
A estas alturas no vamos a cuestionar la importancia de la biblioteca, sobra literatura sobre ello, pero no viene mal pisar la tierra de vez en cuando, y ser conscientes de lo que realmente contamos para el votante de a pie.
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