miércoles, 21 de mayo de 2008

Los Bárbaros


Entre las nuevas adquisiciones de la biblioteca, encontré un libro que me llamó la atención: Los Bárbaros de Alessandro Baricco.

La sociedad humana ha sufrido una mutación: los pulmones han sido sustituidos por branquias, y en lugar de aire buscamos el agua como nuestro medio preferido. Pero más que peces, por la descripción que nos hace de la nueva especie, parece que nos hablara de esos pequeños insectos que recorren la superficie de estanques y piscinas sin a penas mojarse.

La mutación se lleva a cabo ante los ojos perplejos de la cultura burguesa: gran imagen la de Walter Benjamin, tratando de entender el éxito de Mickey Mouse: “Toda la gran maquinaria de la reflexión marxista inclinándose sobre la última chorrada americana, en el sublime intento de tratar de entender su éxito, algo parecido a un elefante que tratara de colarse por el agujero del lavabo”.

Y siguiendo con Benjamin, para él la experiencia era la capacidad de acercarse a las cosas, de intimar con ellas gracias al estudio, al esfuerzo, o a veces a la magia de un instante, a una intuición que lo llenaba todo de sentido. El mundo de los bárbaros es totalmente diferente.

Google nos da la idea de los movimientos del pez-mutante: trayectorias de enlaces que corren por la superficie. El movimiento veloz, que al pasar entre puntos distintos va trazando un dibujo. Adquirir una experiencia es pasar por uno de los puntos el tiempo necesario para obtener el impulso suficiente para acabar en otro. Si el mutante se detuviera en un punto, la trayectoria se fragmentaría y rompería el dibujo. El dibujo es el sentido, o es veloz, o no es nada.

Google es para Baricco, el campamento de los bárbaros, pues refleja su manera de pensar. Utilizando el modelo de los trabajos científicos, Page y Brin, creadores de Google utilizaron el modelo de las citas. La idea es que las trayectorias sugeridas por millones de links irían trazando los caminos del saber.

El valor de un dato, de una idea ya no estaría relacionado con sus características internas, sino con su historia, y su capacidad de llevarnos a otros. El saber importante es el que se puede relacionar con otros. Conocer es surcar rápidamente por el saber humano, reconstruir trayectorias, navegar o surfear por una red de puntos. Superficie en vez de profundidad, viajes en lugar de inmersiones:

“¿Sabéis de donde procede nuestro querido término buscar? Pues lleva en la panza el término griego kírkos, círculo: pensábamos en alguien que sigue dando vueltas en círculos porque ha perdido algo y quiere encontrarlo. Con la cabeza agachada, mirando una porción de suelo bajo sus pies que se hunde poco a poco. ¡Qué mutación, muchachos!”

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