"Aviso para viajeros: esta entrada destripa la película “Vicky Cristina Barcelona”)
No estoy seguro de si Woody Allen estaba haciendo un vídeo promocional sobre España y de puro talento se le cayó una buena película de la manga, o si estaba haciendo una película y para agradecerle a Antena 3 TV el dinero que había puesto se puso a pasarnos la mano por el lomo a los españoles y lo hizo de una manera que casi nos ha dejado la carne viva. No nos podía haber retratado de una forma más satisfactoria.
La película arranca de una manera que me recuerda a “Sentido y sensibilidad” de Jane Austen. En aquella novela tenemos a dos hermanas, la juiciosa en temas amorosos y la pasional. Aquí tenemos la misma situación: dos amigas, una seria y convencional (Vicky) y la otra impulsiva y romántica (Cristina). Las sociedades han cambiado y allí donde Austen nos ponía a cada hermana persiguiendo a un soltero diferente con fines matrimoniales, Woody Allen nos plantea una situación diferente: las dos mujeres se enamoran del mismo hombre, Juan Antonio (Javier Bardem), y la posibilidad de matrimonio no aparece en los papeles.
Hay un momento en el que parece que Woody Allen se va a adentrar en el terreno de Almodóvar. Reaparece María Elena (Penélope Cruz), la ex-mujer desquiciada de Juan Antonio y entre ella, Juan Antonio y Cristina montan un menage à trois de lo más curioso. Mientras, en la lejanía, comprometida a un matrimonio con un novio (Doug) que le aburre, Vicky les observa con envidia. María Elena y Juan Antonio son aquello de no puedo vivir sin ti, pero contigo me muero. Cristina les proporciona el elemento de equilibro que a ellos dos les falta.
Me hace gracia pensar lo que hubiera hecho Almodóvar con este planteamiento. Seguramente Cristina se habría hecho una operación de cambio de sexo, porque su fantasía es penetrar a María Elena. Doug habría descubierto que quien le pone de verdad es Juan Antonio y se lo habría ligado. Vicky, despechada, se habría hecho heroinómana. Aquí está la gran diferencia entre Almodóvar y Woody Allen. A ambos les gusta explorar las relaciones humanas, pero Woody Allen sabe dónde pararse. Almodóvar, no. Quiere rizar el rizo y acaba en el esperpento. Un esperpento bien hecho, pero que queda por debajo de lo que hubiera podido conseguir con más contención.
Vicky lentamente va dándose cuenta de lo equivocada que estaba con sus convencionalismos y de que está enamorada de Juan Antonio, pero la inercia de sus represiones es tan fuerte que, pese a no estar convencida, se casa con Doug. Sabe que es un error, pero lo hace.
Y aquí llegamos a la escena clave de la película, donde Woody Allen, para mi gusto, la caga. Vicky está a punto de volver a Estados Unidos con su nuevo marido. Acepta tener un almuerzo de despedida con Juan Antonio. Ambos están en casa de Juan Antonio. El espectador sabe que se acerca el momento de la verdad, el clímax. De pronto, irrumpe María Elena con una pistola. Se le escapa una bala que causa un rasguño a Vicky. Tras eso, Vicky vuelve con su marido al que cuenta una justificación más o menos verosímil para su herida y los dos se marchan a Estados Unidos, a una vida, que se intuye será insatisfactoria y aburrida para Vicky.
Me ha decepcionado cómo Woody Allen resolvió la escena del último encuentro entre Vicky y Juan Antonio. Estructuralmente es de esas acciones que meten miedo a cualquier guionista o escritor. Es una escena que va a colorear toda la historia y donde caer en lo patético o en lo dramático es demasiado sencillo. Si es en una película, además hacen falta dos actorazos. Resolver esa escena con la irrupción de la ex-esposa armada con una pistola, es el subterfugio fácil. Cuando en una película o una novela hay un muerto, un suicidio o un acontecimiento dramático inesperado, generalmente es porque el autor quería ahorrarse el trabajo de elaborar la escena realmente complicada que pedía la situación.
Al final me ha parecido una buena película, pero no de lo mejor de Woody Allen. Y en todo caso, ¡gracias por la publicidad hecha a España!"
No estoy seguro de si Woody Allen estaba haciendo un vídeo promocional sobre España y de puro talento se le cayó una buena película de la manga, o si estaba haciendo una película y para agradecerle a Antena 3 TV el dinero que había puesto se puso a pasarnos la mano por el lomo a los españoles y lo hizo de una manera que casi nos ha dejado la carne viva. No nos podía haber retratado de una forma más satisfactoria.
La película arranca de una manera que me recuerda a “Sentido y sensibilidad” de Jane Austen. En aquella novela tenemos a dos hermanas, la juiciosa en temas amorosos y la pasional. Aquí tenemos la misma situación: dos amigas, una seria y convencional (Vicky) y la otra impulsiva y romántica (Cristina). Las sociedades han cambiado y allí donde Austen nos ponía a cada hermana persiguiendo a un soltero diferente con fines matrimoniales, Woody Allen nos plantea una situación diferente: las dos mujeres se enamoran del mismo hombre, Juan Antonio (Javier Bardem), y la posibilidad de matrimonio no aparece en los papeles.
Hay un momento en el que parece que Woody Allen se va a adentrar en el terreno de Almodóvar. Reaparece María Elena (Penélope Cruz), la ex-mujer desquiciada de Juan Antonio y entre ella, Juan Antonio y Cristina montan un menage à trois de lo más curioso. Mientras, en la lejanía, comprometida a un matrimonio con un novio (Doug) que le aburre, Vicky les observa con envidia. María Elena y Juan Antonio son aquello de no puedo vivir sin ti, pero contigo me muero. Cristina les proporciona el elemento de equilibro que a ellos dos les falta.
Me hace gracia pensar lo que hubiera hecho Almodóvar con este planteamiento. Seguramente Cristina se habría hecho una operación de cambio de sexo, porque su fantasía es penetrar a María Elena. Doug habría descubierto que quien le pone de verdad es Juan Antonio y se lo habría ligado. Vicky, despechada, se habría hecho heroinómana. Aquí está la gran diferencia entre Almodóvar y Woody Allen. A ambos les gusta explorar las relaciones humanas, pero Woody Allen sabe dónde pararse. Almodóvar, no. Quiere rizar el rizo y acaba en el esperpento. Un esperpento bien hecho, pero que queda por debajo de lo que hubiera podido conseguir con más contención.
Vicky lentamente va dándose cuenta de lo equivocada que estaba con sus convencionalismos y de que está enamorada de Juan Antonio, pero la inercia de sus represiones es tan fuerte que, pese a no estar convencida, se casa con Doug. Sabe que es un error, pero lo hace.
Y aquí llegamos a la escena clave de la película, donde Woody Allen, para mi gusto, la caga. Vicky está a punto de volver a Estados Unidos con su nuevo marido. Acepta tener un almuerzo de despedida con Juan Antonio. Ambos están en casa de Juan Antonio. El espectador sabe que se acerca el momento de la verdad, el clímax. De pronto, irrumpe María Elena con una pistola. Se le escapa una bala que causa un rasguño a Vicky. Tras eso, Vicky vuelve con su marido al que cuenta una justificación más o menos verosímil para su herida y los dos se marchan a Estados Unidos, a una vida, que se intuye será insatisfactoria y aburrida para Vicky.
Me ha decepcionado cómo Woody Allen resolvió la escena del último encuentro entre Vicky y Juan Antonio. Estructuralmente es de esas acciones que meten miedo a cualquier guionista o escritor. Es una escena que va a colorear toda la historia y donde caer en lo patético o en lo dramático es demasiado sencillo. Si es en una película, además hacen falta dos actorazos. Resolver esa escena con la irrupción de la ex-esposa armada con una pistola, es el subterfugio fácil. Cuando en una película o una novela hay un muerto, un suicidio o un acontecimiento dramático inesperado, generalmente es porque el autor quería ahorrarse el trabajo de elaborar la escena realmente complicada que pedía la situación.
Al final me ha parecido una buena película, pero no de lo mejor de Woody Allen. Y en todo caso, ¡gracias por la publicidad hecha a España!"
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