viernes, 29 de agosto de 2008

Pensar el mal

Nos gustaría interpretar nuestra vida como si fuera un texto escrito: saber si aquello que nos pasó sirvió de algo, o si el destino agazapado nos depara sorpresas: “serán ceniza más tendrá sentido”; somos mortales sí, pero no en vano.

Para un creyente la respuesta es sencilla: su fe le hace confiar en que Dios omnipotente y misericordioso en la otra vida premiará a los buenos, y castigará a los malos.

Para el no creyente la cosa se complica. Cuando intentamos buscar las causas objetivas al mal en el mundo, corremos el peligro de alejarnos de la experiencia de lo doloroso y de llevar a cabo, en palabras de Voltaire, “un ejercicio no sólo inútil, sino cruel”.

La idea de que el progreso económico o científico, o la seguridad del Estado, son buenos en sí mismos, sin importar los sufrimientos que ocasionan, es “un auténtico insulto a los dolores de nuestra vida”, y una razón así “se aleja demasiado de lo humano”.

En un mundo irracional éticamente hablando, ¿qué podemos hacer? Asumir la responsabilidad que nos toque, e intentar que las cosas funcionen mejor aquí en la tierra.

Occidente: razón y mal / Celia Amorós Puente...[ et al.] ; edición a acargo de Javier Muguerza y Yolanda Ruano

2 comentarios:

Tiburcio Samsa dijo...

Es la busqueda de sentido. La diferencia entre si fuiste una mano de mus bien jugada y pensada que tenia un fin, o una bola de ruleta al que el movimiento de la rueda precipito hacia el 7 rojo (o negro, o verde, que no suelo de ir de casinos y no estoy muy seguro).

Por cierto que la busqueda de sentido siempre nos la planteamos con respecto a las desgracias que tuvimos. Nadie se pregunta si el Premio Nobel que le dieron o la noche de amor loco con Angeline Jolie tenian un significado o fueron azar puro y duro.

La unica respuesta que se me ocurre es: la vida es lo que hay.

Anónimo dijo...

Si todo lo que nos pasara fuera bueno, y además durara simpre, no creo que existieran ni la religión ni la filosofía,

Sukopa