Este libro llegó a la biblioteca de forma muy prosaica: su precio reducido ayudó a cuadrar una factura, para que ni sobrara ni faltara un céntimo. Además de ésa tiene otras ventajas; su pequeño formato le convierte en el compañero ideal en una sala de espera, y mejor aún si la espera es breve. En total son 32 páginas con generosos márgenes. Agradecemos al editor la satisfacción de haber leído un libro mientras esperábamos el turno en la peluquería.
Dicen que a García Márquez, el cuento de Hemingway: El gato bajo la lluvia, le parecía el mejor cuento que había leído en su vida. Sabiendo esto, Enrique Vila-Matas, el autor de nuestro cuento, se precipitó a leerlo sin entender ni una palabra, y mucho menos entendía cómo podía tratarse del mejor cuento del mundo. Cansado de calentarse la cabeza decidió pensar que tal vez no había nada que entender; el cuento era completamente incomprensible, y ahí radicaba su gracia.
La segunda parte del librito la ocupa una reflexión sobre la anti-envidia que despiertan en nosotros ciertos autores con encanto:
"Esa simpatía que despiertan a primera vista ciertas personas afortunadas y que nos permite admirar sus virtudes sin envidioso recelo y disculpar graciosamente sus defectos”
A ese tipo de escritores los llevamos siempre con nosotros, y curiosamente, produce un gran alivio saber que no nos parecemos en nada a ellos: "De lo contrario Austen sería yo. Y entonces, ¿Qué haría yo en el mundo sin tan siquiera poder sentir envidia de él, deseos de ser como él?"
No hay nada en el mundo más tranquilizador, que descubrir a alguien con más encanto que tú, y a quien hagas lo que hagas, nunca llegarás a parecerte.
Ella era Hemingway ; No soy Auster / Enrique Vila-Matas
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