El espacio infinito no es habitable: vivimos entre límites, entre bordes y objetos que frenan la mirada. El pequeño fractal de la existencia toma cuerpo, se materializa en la dimensión espacial de la escritura:
“Escribir: tratar de retener algo meticulosamente, de conseguir que algo sobreviva: arrancar unas migajas precisas al vacío que se excava continuamente, dejar en alguna parte un surco, un rastro, una marca o algunos signos”.
Porque pocos acontecimientos hay que no dejen huella escrita. Casi todo en un momento pasa por una hoja de papel....¿Y qué decir ahora de todo lo que escribimos en los nudos casi infinitos de la red? ¿Tiene el suficiente peso material para redimirnos, para vencer la erosión del tiempo sobre un espacio deshecho como arena entre los dedos?
La página, la cama, la habitación, el apartamento, el inmueble, la calle, el barrio, la ciudad, el país, al continente, el mundo, y el espacio, contienen nuestros límites. Si nada en ellos nos llama la atención, seguramente es que no sabemos mirar:
“Hay que ir más despacio, casi torpemente. Obligarse a escrbir sobre lo que no tiene interés [....] hasta tener la impresión , durante un brevísimo instante de estar en una ciudad extranjera o, mejor aún [...] que incluso ya no se sepa que esto se llama una ciudad, una calle, inmuebles, aceras....”
Y con Perec os dejamos por unos días. Nos tomamos vacaciones hasta final de año. Felices fiestas.
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