Podríamos decir que una parte de nuestro cerebro va por libre; es independiente del mundo exterior. Una huella dejada por una experiencia, gracias a la plasticidad de las neuronas, se puede asociar con otras huellas diferentes, y dar lugar a nuevos significados, que ya poco tienen que ver con lo percibido en un principio.
La plasticidad neuronal nos hace libres del escenario en que nos movemos, y también hace posible que cada cual tenga su propio cerebro. Además, cada nuevo acontecimiento reordena los estímulos, modificando las huellas; no somos los mismos hoy que mañana.
El inconsciente sería un sistema de huellas reordenadas, que ya han perdido la conexión con lo real. Su lugar no está en la memoria, pero cuando aflora en ella, o si los fantasmas que producimos para afrontar situaciones demasiado complejas son demasiado reales, el análisis busca, de huella en huella, el significante primero, aquel que surgió del contacto con la realidad para reinventar las huellas y librarse así de condicionamientos indeseados.
La plasticidad de las neuronas demuestra que la dimensión psíquica afecta a lo orgánico, pues deja huellas materiales, concretas, que modelan la experiencia. Entre el psicoanálisis y las neurociencias se abre una vía de colaboración y apoyo.
A cada cual su cerebro : plasticidad neuronal e inconsciente / François Ansermet, Pierre Magistretti ; traducido por Laura Fólica
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