Los libros electrónicos han sido una de las primeras víctimas de la crisis en la Biblioteca Complutense. Al parecer su uso limitado no justificaba el elevado precio de la suscripción. Sólo unos días después de saber esto, leíamos en el blog Soybits el siguiente post:
La Universidad recorta gastos con el libro digital .
La noticia no se refería a ninguna universidad española, sino a la Universidad Estatal Northwest Missouri, que al parecer pretendía ahorrarse 400.000 $ de los 800.000 que se gasta en un año para mantener su colección de libros de texto.
¿Qué les pasa a nuestros e-libros para no ser viables en época de vacas flacas? La colección a la que estábamos suscritos la componían sobre todo obras en inglés; pero cada vez más editoriales españolas estaban acudiendo a este modo de distribuir entre las bibliotecas sus libros electrónicos, incluida la
Editorial Compluntense .
Podemos pesar que aún no hemos superado las reticencias a leer en pantalla, pero la generosa oferta de libros digitalizados en Internet que se pueden descargar de forma gratuita, nos está haciendo familiarizarnos con el formato digital a marchas forzadas.
La plataforma Ebrary, no permite la descarga de las obras en su totalidad, obligándonos a estar siempre conectados. El libro tradicional es manejable; lo podemos llevar en el bolsillo a todas partes, y eso es lo que quisiéramos seguir haciendo con los libros electrónicos. Ésa es la idea de los aparatos lectores que cada vez se afianzan más en el mercado, pero también de los móviles y de las PDAs, que igualmente podemos utilizar para leer.
Se imponen los formatos flexibles, que el usuario pueda utilizar donde le plazca, y es ese es el secreto del triunfo de los libros electrónicos en las bibliotecas que apuestan por ellos. Seguimos leyendo en Soybits, que en las bibliotecas americanas se utiliza
ePub; un formato de código abierto, que puede funcionar indistintamente con diferentes lectores.
Overdrive es un distribuidor de contenidos digitales, que suministra a las bibliotecas libros en este formato además de música y videos, con opciones que permiten que el material descargado sólo sea accesible durante el periodo de préstamo, de la misma forma que sucede con los libros en papel.
El mercado editorial español, aún bastante timorato ante la edición electrónica, podría recurrir a soluciones parecidas para que los libros electrónicos y las bibliotecas fueran compatibles.
Las bibliotecas son un escaparate privilegiado, que permitiría "quitar el miedo" y familiarizar al consumidor con este tipo de soportes. Con esa idea,
Sony ha llegado a un acuerdo con algunas bibliotecas de Estados Unidos, por el que ofrecerá a cada una de ellas cinco lectores de libros electrónicos, y acceso a una colección de títulos de su servicio Sony Reader Mobile Collections.
Las bibliotecas podrán descargar los libros en sus ordenadores o en los aparatos lectores, que pueden usarse dentro o fuera de la biblioteca. Con ello Sony pretende hacer popular el uso de los libros electrónicos dentro de una estrategia de marketing.
En esta misma línea,
algunas bibliotecas españolas ya prestan los aparatos lectores como si fueran libros.
En época de crisis, hay que buscar soluciones imaginativas. A nadie se le escapa el coste en mantenimiento y en espacio que generan los libros en papel tanto a particulares como a bibliotecas. Sería interesante que bibliotecarios y editores trabajaran juntos para popularizar este formato.